“Un Corte Definitivo” Al Pecado Mateo 18:9-10 RVR 1960
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“Un Corte Definitivo”
“Un Corte Definitivo”
Al Pecado
Mateo 18:9-10 RVR 1960
La disposición a negarse posesiones o estatus, para crecer en santidad y compromiso con Dios. Esta práctica es recomendada e ilustrada por Jesucristo mismo, y subraya la comunión cristiana dentro de la iglesia.
La persona verdaderamente humilde y cristiana procura edificar a otros, no destruirlos....
Ser un escalón, no una piedra de tropiezo. Por consiguiente, debo sacar de mi vida cualquier cosa que me haga tropezar, porque si no, yo haré que otros tropiecen.
8 Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.
9 Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.
Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti: mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser arrojado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti: mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.
La humildad empieza con un examen propio y continúa con la negación propia. Jesús no está sugiriendo que mutilemos nuestros cuerpos, porque hacer daño a nuestros cuerpos físicos nunca puede cambiar la condición espiritual del corazón.
Más bien, nos está instruyendo a que nos hagamos cirugía espiritual, eliminando cualquier cosa que nos pueda hacer tropezar o que haga que otros tropiecen.
La persona humilde vive para Jesús primero y luego para otros, poniéndose a sí mismo en último lugar. Se siente contento de privarse incluso de buenas cosas, si esto ayuda a que otros encuentren gozo.
La Palabra nos da al menos dos claros procedimientos para resolver el tema del pecado en nuestras vidas.
Uno de ellos se refiere a lo que podríamos llamar «pecados ocasionales». Estos pecados son comunes a todas las personas y en los mismos ocasionalmente también caemos nosotros.
Quien está espiritualmente atento a lo que está pasando en su vida podrá detectar el nacimiento de un pensamiento que invita al pecado. El apóstol Pablo afirma que para andar en obediencia es necesario tomar estos pensamientos cautivos. Es decir, debemos «arrestar» el pensamiento mientras aún se está formando y colocarlo a los pies de Cristo, reafirmando que estamos bajo Su señorío.
5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
5 derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
Capturar el pensamiento…
La segunda categoría de pecados según el texto de hoy son aquellos que podríamos llamar pecados «habituales». Estos son los pecados que ya se han instalado en forma permanente en nuestras vidas. Nos encontramos atrapados en un círculo vicioso que no produce ninguna solución definitiva a nuestro problema. Caemos en pecado, lo confesamos, hacemos votos de nunca más cometer ese pecado, pero al poco tiempo estamos otra vez en la misma situación.
Cristo es radical con este tipo de situaciones. Nos dice que donde ya no existe la posibilidad de vencer por medio del dominio propio, porque el dominio propio es muy débil en determinada área, entonces debemos adoptar una postura más tajante. Debemos extirpar de nuestras vidas aquella actividad, circunstancia o situación que continúa alimentando un hábito pecaminoso.
Permítame ilustrar esto. Supongamos que a un joven le apasiona el fútbol. Cada vez que juega, sin embargo, pierde los estribos y entra en comportamientos de agresión violenta contra sus hermanos. Ya ha confesado muchas veces su pecado, como también pedido perdón a los involucrados. Pero siempre vuelve a caer.
¿Cuál es la solución que propone Cristo?
Que deje de jugar al fútbol hasta que pueda adquirir el dominio propio para jugar sin deshonrar al Señor.
La misma realidad podría aplicarse al que mira mucha televisión, o al que es muy discutidor o a la persona que no puede controlar sus gastos. En cada caso, el camino de la resistencia no dará resultados. Lo que hace falta es un remedio más radical. Evitar la situación particular que nos lleva a caer una y otra vez en ese pecado.
El pecado no es asunto para tomar con liviandad. Cuando no se corrige, va empañando nuestra visión y endureciendo nuestro corazón para, eventualmente, como señala el apóstol Santiago, producir en nosotros la muerte
12 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman.
13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie;
14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
Reina-Valera 1960 (RVR1960)
15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
Para semejante mal solamente servirán decisiones que dan un corte definitivo al problema. Es mejor perderse algunas cosas en este tierra y tener amplia entrada en los cielos.
13 porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.
Para pensar:
«Es mejor morirse de hambre que ir a pedirle comida al diablo». Tomás Watson.